jueves, 12 de noviembre de 2015

Reseña de "Los insignes" en Estado Crítico

Mi editor Román Piña le envió Los insignes a Fran G. Matute, uno de los artífices del estupendo blog de reseñas literarias Estado Crítico. Cuando Fran leyó Los insignes estuvo haciendo algunos comentarios en Twitter y me acabó comentando que el libro le había gustado y que se había reído bastante con él, que además se lo iba a pasar a Antonio Rivero Taravillo, que suele comentar la poesía en el blog, y que quedaría más propia la reseña si la hacía él.



Antonio Rivero Taravillo ha leído Los insignes y ha escrito esto sobre la novela:

Esta novela parte de dos extremos, bien ensamblados contra todo pronóstico en un aliño que une agua y aceite. Uno, hiperrealista, que es moneda corriente, el pan nuestro de cada día: un poeta desconocido español traba amistad y mantiene videoconferencias con Kim Jong-un, el monarca comunista de Corea del Norte. El otro es absolutamente inverosímil, y el autor le ha echado mucha imaginación: esa idea genial de que en las editoriales de poesía españolas pudiera haber corruptelas ligadas a los premios y posibilidad, qué hallazgo, de que la promoción de cierto autores poco tenga que ver con la calidad de estos. Con esos mimbres, uno casi de Galdós, y otro a lo Ray Bradbury, David Pérez Vega consigue una novela entretenida y ágil, en la que cuenta la frustración creciente de un poeta que tiene que lidiar en la selva de ‘jam sessions’, poetisas cuyos únicos acentos bien puestos parecen ser los de sus pezones, licenciados en Filología Hispánica que no leen jamás un libro, editores tan avispados como desaprensivos y reseñistas falsos, interesados, hipocritones, aupados al púlpito de un suplemento.
Curiosamente, Pérez Vega reparte pocos palos en esta piñata a la que él llama editorial Bisonte, fácilmente reconocible, y que es la que más y desvergonzadamente premios controla, para cargar en cambio contra otra, Hipérbole, y especialmente contra una tercera llamada Moby Dick, identificable como las anteriores. Lo bueno es que los rasgos de unas y otras están algo desfigurados, y hay elementos que, siendo por ejemplo de la primera (ese sonido ch del nombre de pila del editor), se trasladan a la tercera. Con ello, más que de ajuste de cuentas con un pecador en particular se trata de señalar el pecado bastante extendido. También aparecen algunos políticos municipales, y sus enjuagues y tejemanejes que hallan, tal para cual, a menudo la complicidad de los editores. Hay episodios que algún lector recordará porque saltaron a la prensa, y quizá podría haber abundado más el autor en otros asuntos como los festivales, pero tiene esta novela la ventaja de su ligereza: se lee con rapidez y no cansa.

Como divertimento, con humor bien medido y prosa a ráfagas brillante, esta novelita ejemplar no cuenta nada que no se sepa en el medio poético, pero lo hace desde la efectividad de no ponerse seria, engolada, solemne, a diferencia de esos poemas glosados del querido Líder Supremo con los que se nos regala de pasada al final del volumen.


Muchas gracias, Antonio

2 comentarios:

  1. Hola David:

    Terminé de leer tu libro con el final de la semana pasada y tengo pendiente escribir la reseña.

    En líneas generales concuerdo con esta opinión ("una novela entretenida y ágil"), que por otra parte me ha descubierto detalles interesantes. Al no estar al día del mundo de la poesía no he sido capaz de identificar las editoriales que se escondían detrás de los nombres que usaste. (Quizá sí la de Hipérbole, que hasta que no busqué en google me sonaba tanto que pensé que era real.)

    Pues eso, aunque se me ha quedado un poco floja (pienso que quizá debería haber empezado por alguna de tus otras novelas), entretenida y ágil sí que me ha parecido. Y en ciertos puntos graciosa, aunque creo que no me he reído tanto como otros de tus lectores. Aún estoy por decidir si me convence esa introducción del Gran Líder, que a veces me chirriaba (sé que es poco creíble de base, pero opino que se trata de conseguir que el lector se lo crea de algún modo). También es verdad que parte de "la sal" de la novela está en la presencia de ese personaje.

    Pero no me enrollo más por aquí, ya opinaré con detalle en el blog.

    Un abrazo.

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    1. Hola Caminante:

      Gracias por tu lectura.
      Si te digo la verdad creo que no hace falta realmente conocer mucho del mundillo de la poesía en España para disfrutar del libro. Es más, no sé si la lectura que trata de averiguar qué editorial o qué poeta he podido tomar de modelo para el libro es la mejor que se puede hacer de este libro.
      Digamos que trato de hablar de un tema universal: el deseo de reconocimiento, en lo que sea, y el sufrimiento por no conseguirlo.

      Lo de Kim Jong-un, logicamente, no aspira a la verosimilitud narrativa, sino al esperpento narrativo.

      Ya me contarás.
      Saludos

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