domingo, 18 de mayo de 2014

Cada vez más cerca, por Elvio E. Gandolfo

Editorial Caballo Negro. 225 páginas. 1ª edición de 2013.

Ya he comentado en el blog cinco obras de Elvio E. Gandolfo (Mendoza, Argentina, 1947), autor del que sólo se ha publicado en España un volumen con dos de sus relatos: Dos mujeres (Periférica, 2011), y ya he contado aquí también que, gracias a las redes sociales, he entablado con él una pequeña amistad en la distancia. De vez en cuando, Gandolfo me escribe un correo para comentarme alguna de las entradas del blog, o enviarme algún documento Word, donde me pasa un artículo que escribió para alguna revista y que tiene que ver con el libro que yo he comentado aquí.
Hacía más de una década que Gandolfo no publicaba un libro de cuentos y me gustó que me transmitiera a través del correo electrónico su alegría por este nuevo volumen (que sobrepasaba las 200 páginas, escribía), titulado Cada vez más cerca. Espero que cuando yo cumpla su edad siga manteniendo ese entusiasmo juvenil hacia la literatura que siempre parece desprenderse de sus palabras.

Gandolfo le pidió a su editor de la ciudad de Córdoba (Argentina) que me enviara un ejemplar de Cada vez más cerca, que yo recogí hace unas semanas del buzón.

El viernes 11 de abril empezaron mis vacaciones de profesor en Semana Santa y me fui a dar un largo paseo. Como ya había acabado La parte inventada de Rodrigo Fresán, me pareció que el de Gandolfo podía ser un gran libro para que acompañara mis pasos en una mañana soleada, pasos que irremediablemente iba a pararse en alguna terraza a tomar algo mientras leía mi estrenado libro transatlántico.

Cada vez más cerca está formado por dieciséis relatos, algunos de los cuales ya habían sido publicados en revistas. De hecho, yo ya había leído uno de ellos, el titulado Un movimiento torpe, hace un par de años, porque Gandolfo me lo envió al correo electrónico.

Cada vez más cerca se inicia con El cuerpo, un relato realista que transcurre en dos momentos temporales del protagonista (o más bien desde un momento presente se evoca otro pasado), y que pese a su realismo aparente ya se filtra en él una mirada desasosegante hacia el otro o hacia la simple y extraña realidad.

Más bien bajo, sonriente, diminuto es uno de los mejores cuentos de este libro. Un relato de terror de estirpe anglosajona, con una atmósfera estrafalaria muy bien dibujada. Me ha recordado bastante a los cuentos que ya leí en Dos mujeres. Por cierto, Cada vez más cerca contiene otro relato de terror, titulado Las negritas, que en ediciones argentinas se suele publicar conjuntamente con Rete Caródita y Escamas, piel, los dos relatos largos que componían Dos mujeres. Las negritas también es uno de los mejores cuentos de este libro.

Pequeño es uno de los cuentos más cortos, y quizás el que menos me ha gustado del libro, dada su anécdota mínima: está narrado por unos pequeños seres que habitan en el aire y que penetran en los cuerpos de las personas hasta matarlos.

Hilo amarillo, pese a su comienzo puramente realista, con un hombre reflexionando sobre algo tan mundano como los baños de los bares: “No me gustan los baños de los bares.” (pág. 51), acaba siendo uno de los cuentos más surrealista del conjunto, un cuento de terror (o quizás no) que parece casi un sueño.

Grande, por su extensión y el contraste que plantea su título, guarda relación con Pequeño. Aquí también nos encontramos con una anécdota mínima y al cuento (de imaginario lovecratfiano) le falta (para mí) algo de desarrollo.

En Los pasos en las huellas Gandolfo nos acerca al policial (con algo de crítica política) metáfisico, con un espía –muy a lo Paul Auster- que sigue la vida de un vecino de su barrio, cuyos movimientos anodinos le acaban pareciendo al protagonista de Los pasos en las huellas más interesantes que los suyos propios. Un buen relato policial también sería Caballero estafador, que empieza con una reflexión metaficcional del propio autor: “Un antólogo amigo me invitó a participar en su nuevo libro. Era así: relatos basados en crímenes reales.” (pág. 111). Y en Caballero estafador nos encontramos con otra de las virtudes de este libro: la de comenzar a leer un relato de un género -en este caso, realismo metaficcional- que se va transformando en un relato de otro género, que en este caso sería o bien un relato negro o bien picaresco. Un gran relato, en cualquier caso.

Clasificación sería otro ejemplo de lo comentado en el párrafo anterior: un cuento que empieza siendo una cosa, una narración metaficcional, en la que el autor reflexiona sobre los libros que más le gustan, y como este gusto fluctúa con el tiempo (Interesante lista de libros de nivel 1: El gran Gatsby de Scott Fitzgerald, Ethan Frome de Henry James, Edith Wharton, Kafka, Felisberto Hernández, Macedonio Fernández, Roberto Arlt, W. G. Sebald, Thomas Bernhard o Guimaraes Rosa), y luego, en un juego borgiano, al contarnos el resumen de la novela de un amigo (cuyo manuscrito perdió) Clasificación pasa a ser un cuento fantástico: cuentos que son cajas chinas, cuentos dentro de cuentos.

Pegando la vuelta es un cuento de ciencia-ficción, que me ha recordado el futurismo decadente de otro de los mejores cuentos de Gandolfo: Llano de sol, incluido en la colección Ferrocarriles argentinos. Me hubiera gustado que Pegando la vuelta hubiese sido un cuento más largo, o incluso una novela, porque el mundo decadente propuesto me resultaba muy sugerente.

Contagio lento es puramente un cuento de fantasmas. Y ya hacia el final de Cada vez más cerca aparece alguno más: Los amigos (el último del libro) es un relato que empieza siendo puramente realista, un homenaje de un hijo traductor (que parece un trasunto del propio Gandolfo) a su padre, famoso arquitecto, porque después de muchos años va a conseguir sacar el número seis de la revista de arquitectura que había convertido al padre en un mito. Una vuelta desde Buenos Aires a Rosario (donde vive la familia Gandolfo), que parece empezar siendo un homenaje a la generación del padre y la celebración del reencuentro con el pasado y que se acaba convirtiendo, de nuevo, en un cuento de fantasmas. Algo en la composición alegórica de este cuento me ha recordado a los cuentos de Fogwill, que era amigo de Gandolfo.

Contacto es un divertido cuento que empieza siendo político (con un militar bastante desagradable de protagonista) y que se acaba convirtiendo en un cuento de ciencia-ficción serie B.

Un movimiento torpe (el cuento que ya había leído) es un cuento meramente costumbrista, de anécdota muy sencilla, que no me parece a la altura de algunos de los cuentos que ya he comentado de Cada vez más cerca. Además, para cuento costumbrista habría que quedarse con El tango y Tito Lamónica, que es el más largo del libro, y que con el dibujo de unos cuantos personajes de la ciudad de Rosario  -el propio Gandolfo entra en la narración como personaje- sí que directamente está concebido como un homenaje a la generación de sus padres, un cuento que acabará en una parrillada donde el anciano matrimonio Lamónica bailará un tango como en los viejos tiempos, un tango verdadero a pesar de que “no habrían fascinado a ningún europeo, le sacaban al tango toda sexualidad espectacular y barata.” (pág. 197). Este cuento me ha recordado a alguno de los escritos por Haroldo Conti.

Como ya me ocurrió al leer el libro Ferrocarriles argentinos, lo que más me llama la atención al acercarse a un libro de relatos de Elvio E. Gandolfo es su heterogeneidad. Uno nunca sabe hacia dónde va evolucionar cada uno de sus relatos después de leer las primeras frases, porque el relato acabará siendo fantástico, de terror, de ciencia-ficción, onírico, o puramente costumbrista, o lo que es mejor; puede empezar pareciendo que es una cosa para acabar siendo otra. Así que el lector avisado de la forma de escribir de Gandolfo inicia cada uno de sus cuentos como si se tratase de una aventura, donde los elementos comunes serían, casi exclusivamente, un sentido del humor libérrimo y la sensación de extrañeza ante el mundo contemplado. Y esta aventura libre y gozosa a la que invita cada composición de este libro me parece que es profundamente original y por tanto literaria.

Como ya he dicho en otras ocasiones: es sorprendente que Elvio E. Gandolfo tenga solamente un libro con dos narraciones publicado en España, cuando sus libros de relatos, que reinventan de forma divertida y libre los géneros narrativos trascendiéndolos, le convierten en uno de los más destacados escritores de relatos de la lengua española en la actualidad.

2 comentarios:

  1. No conocía yo al autor. Y con lo que me gusta el relato, me has tentado mucho con tu reseña.
    Besotes!!!

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    1. Hola Margari: Es un gran escritor, lo malo es que en España vas a encontrar -con relativa facilidad- el libro Dos mujeres, editado por Periférica, y si buscas en librerías especializadas que importan libros desde Hispanoamérica, quizás Ferrocarriles argentinos, que merece mucho la pena.

      Saludos

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